Oración al Señor Caído de Girardota
Único caído que levantas caídos, mírame con esos ojos
benditos que convirtieron a Pedro y Magdalena; tiéndeme esas manos benditas
obradoras de tantos milagros y prodigios; báñame con esa tu sangre divina, que
me haga menos indigno de parecer en la presencia de tu Padre y abrásame en las
llamas en que se abrasa tu Divino Corazón para que me purifiques de todo cuanto
te desagrada y me concedas lo que te vengo a pedir. Amén.
NOVENA AL PIE DE LA COLUMNA
DEPRECIACION PARA TODOS LOS DIAS
Amantísimo Jesús Redentor, salud y vida de mi alma; deseoso de reparar mis
culpas, llego a tus pies implorando tu bondad y misericordia. Conozco que desde
que me aparté de ti por el pecado ya nos soy digno de llamarme hijo tuyo;
pésame en el alma de haberte ofendido, no me deseches, Redentor mío, pues
vuelvo a ti con corazón contrito y humillado.
Toda mi vida, es verdad, multipliqué las ofensas contra ti, hasta atajar
el torrente de tus misericordias; mas ya penetrado
de dolor, de amor y de confianza, sólo trabajaré en borrarlas, en amaros, en
huir de mí mismo y en buscarte sólo a ti, como único apoyo de mis esperanzas.
Ten misericordia de mí; mayor es tu bondad que mi iniquidad; venza, pues tu
bondad a mi malicia. No quieres la muerte del pecador sino que se convierta y
viva.
Conviérteme, pues, a ti, y quedaré convertido, porque, ¿quién sino tú,
puede convertirme? ¿Quién, sino tú, olvidará su justicia por sólo acordarse de
su misericordia? usa de ella conmigo, para que por todos los siglos de los
siglos, cante tu misericordia. Amén.
DIA PRIMERO
Tan injuriosos a Dios y tan ruinoso al hombre fue el pecado, que según los
designios de la sabiduría eterna, sólo Jesucristo podía satisfacer la divina
justicia y reconciliar al hombre con Dios.
Todo lo hizo por un sacrificio por un sacrificio voluntario, constante,
afrentoso, por si mismo, a beneficio del hombre, a fin de que le amase e
imitase. Por este sacrificio reparó el ultraje hecho a su eterno Padre, lo
glorificó, lo dio a conocer, lo hizo respetar, adorar y amar.
Y por él redimió y le reconcilió y le restituyó Dios al hombre a quien
amaba. Tan ardiente fue su celo por el honor y la gloria de Dios como, tierno y
compasivo por la miseria al hombre, pues por una sola alma se habría
sacrificado del mismo modo que lo hizo por las de todo el mundo.
(Aquí se ora y se pide lo que se desea.)
Oración
¡Oh Divinísimo Hijo, el más amado de tu Eterno Padre y sumamente
misericordioso para con el hombre!
Este amor y esta misericordia te sacaron del seno de tu gloria y te
condujeron a esa columna para sufrir tanta lluvia de azotes. ¡Oh amor grande!
¡Oh misericordia sin término! Yo te invoco, Jesús mío, yo te abro mi corazón
para que le comuniques alguna parte de ese tu fuego consumiendo en mí todo lo
terreno me transforme en tu imagen, para que hecho contigo una víctima de amor
por Dios y por los hombres, sólo procure a Dios gloria y honor, y a mis
prójimos la salvación. Concédeme este favor por las agonías que padeciste caído
al pie de esa columna, juntamente con el que te pido en esta novena. Amén
(Se rezan tres credos en reverencia de las tres veces que llegó el Señor al
trance de la muerte cuando lo azotaban.)
(Se concluye con la oración para todos los días y los Gozos.)
DIA SEGUNDO
Llegado el momento de dar la satisfacción debida a la justicia Divina,
cargado Jesucristo de todos los pecados del mundo, se encamina al Huerto de los
Olivos señalado por el pérfido Judas para entregarle a sus enemigos, ora y
ruega a su Eterno Padre para no pasar el amargo cáliz de la Pasión pero sujeto
a ejecutar su santísima voluntad. Una agonía mortal se apodera de su alma, y su
sangre, impedida por un esfuerzo generoso, sale por todos los poros de su
cuerpo. Su sacrificio es voluntario. El sale a encontrar a sus enemigos y les
dice: Yo soy Jesús a quien buscáis. Los ultrajes de la Pasión, los insultos de
los jueces, las remisiones de uno a otro tribunal, las burlas y mofas de un
pueblo pérfido, los tormentos y afrentas que le esperan, en nada impiden su
designio, sólo oye Jesucristo la voz de su amor qué le hace derramar la sangre,
que había de lavar los pecados del mundo
(Aquí se ora y se pide lo que se desea.)
Oración
¡Oh Jesús amabilísimo: a qué exceso de humillación te han traído mis
pecados! Estos son crueles verdugos que te hacen padecer y arrastrar a esa
columna. ¡Oh humildad profunda! ¡Oh abatimiento desmedido! Me lleno de celo,
Jesús mío, contra los judíos que fueron instrumentos de semejante maldad. Más
¡ay! pues yo debo volverme contra mí. No han sido los judíos los que han
causado tus penas; mis pecados son las causas de tus oprobios y de tu Pasión.
Pero ya que todo te expone mi salud eterna hazme sensible a tu Pasión para que
yo consiga los frutos, por medio de una penitencia verdadera, con lo que
satisfaciendo a tu justicia por mis pecados, me haga digno de tu gracia.
Concédeme este favor por las agonías que padeciste caído al pie de esa columna,
juntamente con lo que te pido en esta novena. Amén.
(Se rezan tres credos y se concluye con la oración para todos los días y
los Gozos.)
DIA TERCERO
Puesto Jesucristo en el estado en que nos lo pintan el Evangelio, apartado
de sus discípulos, solo en la oscuridad más profunda de la noche, agitado por
el temor consumido por el tedio y la tristeza, arrogando suspiros, derramando
lágrimas y al mismo tiempo abandonado por su Padre, aún no se arrepiente de su
sacrificio constante. Abusan sus enemigos del poder que les da; Él lo permite y
lo tolera. Su amor le hace entrar en ese camino de dolor; el mismo amor le hace
perseverar en el constante hasta la muerte. Dejase aprisionar en el huerto y se
presenta todo el sacrificio, porque siempre permaneció en Jesucristo la
voluntad misma con que empezó.
(Aquí se ora y se pide lo que se desea.)
Oración
¡Oh adorable Salvador mío; solicito de mi eterna salud, no sólo permaneces
constante en tu sacrificio, sino que también te dejas arrastrara esa columna!
¡Oh paciencia excelsa! ¡Oh sufrimiento imponderable! Penetrado estoy, Jesús
mío, del deseo de mi salvación. Has roto cadenas del pecado que me
aprisionaban. Yo te sacrifico constantemente mi libertad y mi vida. Dispón de
ella como de cosa tuya, adquirida con el precio de tu pasión, pues desde este
punto me consagro a ti y quiero ser tuyo para siempre.
Concédeme este favor por las agonías que padeciste al pie de esa columna,
juntamente con el que te pido en esta novena. Amén.
(Se rezan tres credos y se concluye con la oración para todos los días y
los Gozos.)
DIA CUARTO
Para continuar el sacrificio en que se empeñó su amor, se despoja
Jesucristo, de sus vestiduras y le atan fuertemente a una columna. El más
elegante varón y el más hermoso entre los hijos de los hombres se halla desnudo
y avergonzado delante de todos. Su purísimo cuerpo recibe los más duros y
dolorosos golpes con los azotes. La flor de toda carne y toda naturaleza humana
es cubierta de cardenales y de llagas. Este sacrificio tan afrentoso no le
ahoga sus ardientes deseos de continuarla. Por todas partes corre aquella real
sangre, ya todas las partes de su cuerpo se aumenta el furor, se reitera el
tormento y se añade cardenal sobre cardenal, llaga sobre llaga. Su excelente
caridad lo conforta para morir, y así, lánguido y desmayado, continúa sufriendo
la ira y la venganza de sus crueles enemigos.
(Aquí se ora y se pide lo que se desea.)
Oración
¡OH Redentor de mi alma! ¡Cómo no muero de dolor al verte desnudo y
avergonzado en esa columna! ¡Oh mansedumbre admirable! ¡Oh fortaleza
invencible! Hecho pedazos te registro y ¿yo permanezco en mi insensibilidad y
dureza? No, salvador mío; no, centro dulcísimo de mí corazón; no sea así. Desde
hoy abriré mis ojos al llanto, de ellos correrán en abundancia mis lágrimas y
te presentaré mi corazón como lo ejecuto en este momento, para que estampada en
él tu imagen, seas en adelante el objeto de mi amor y me sirvas de guía y de
maestro. Concédeme este favor por las agonías qué padeciste al pie de esa
columna, juntamente con el pido en esta novena. Amén.
(Se rezan tres credos y se concluye con la oración para todos los días y
los Gozos.)
DIA QUINTO
Grande y eminente es el sacrificio de la cruz; pero se eleva y exalta más
por la dignidad de la persona que se sacrifica, Jesucristo, el Hijo único de
Dios, el esplendor de la gloria del Padre, la figura de sus sustancia,
Jesucristo, el hombre más santo, el más amable que vio el mundo, Jesucristo, el
hombre compasivo y sensible de todas las miserias de los hombres, Jesucristo,
el hombre más santo, el más amable que vio el mundo, Jesucristo el hombre de
Dios y soberano del mundo, y a quien el mundo debía adorar como su Señor. Este
hombre Dios es el que después de haber señalado su vida con obras prodigiosas
selló estas mismas obras abrazando el sacrificio de la cruz
(Aquí se ora y se pide lo que se desea.)
Oración
¡Oh Dios Redentor, Señor de toda majestad y soberanía, que antes de dar tu
preciosa vida, quisiste sufrir la ignominia de estar atado a esta columna! ¡Oh
benignidad infinita! ¡Oh humildad sin igual! ¿Quién es el siervo respecto al
Señor? ¿La criatura respecto del Creador, para que así magnifiques ese infame
suplicio y te anides hasta él?
Corazón. Redentor mío, que eres mi Dios la suma santidad de inocencia y yo
soy un vil gusano de la tierra, un pecador indigno, la misma iniquidad e inmundicia.
Me humillo, Jesús mío, me bato, me confundo en tu presencia, sacrificando a tu
mayor gloria todo el valor que me has dado con el precio de tu Pasión.
Concédeme este favor por las agonías que padeciste caído al pie de esa columna,
juntamente con el que te pido en esta novena. Amén.
(Se rezan tres credos y se concluye con la oración para todos los días y
los Gozos.)
DIA SEXTO
Todas las criaturas del cielo y de la tierra deben asombrarse porque el
Hijo de Dios hecho hombre no sólo abrace el sacrificio cruento de morir, sino
que lo haga por la salud del hombre. Por el hombre que, aun cuando no existía,
ya en la presencia divina era un infiel, culpable y reo de eterna muerte. Para
remedio de este hombre preparó el amor divino la Redención, por medio de la
muerte del Unigénito del Padre, a fin de ganar el amor del hombre. Así se
explica en toda su vida; yo quiero morir por ti; ámame y moriré contento. ¡Qué
fineza esta de Jesucristo, nunca bastantemente ponderable!
Pero, ¡qué ingratitud la del hombre, no corresponder a tanto amor!
(Aquí se ora y se pide lo que se desea.)
Oración
¡Oh amantísimo Redentor de mi alma, que por tener con los hombres tus
delicias te ves arrastrado a esa columna! ¡Oh caridad inmensa! ¡Oh fuego
inextinguible! Confieso, Jesús mío, que no te he amado, más no concibo cómo
puedo omitirlo, conociendo, como conozco, que tú eres el digno objeto de mi
amor. Quiero amarte y te amo, oh amable Redentor mío, y en testimonio de este
amor, protesto delante del cielo y la tierra estar siempre pronto a derramar toda
mi sangre por tu gloria, como has derramado la tuya por mi salud. Concédeme
este favor por las agonías que padeciste caído al pie de esta columna
juntamente con el que te pido en esta novena. Amén.
(Se rezan tres credos y se concluye con la oración para todos los días y
los Gozos.)
DIA SEPTIMO
Cuando Jesús quiso redimir a los hombres, fue para que viviesen, no para si,
sino para Él que iba a morir por ellos. Nosotros somos de Jesucristo, no somos
nosotros, dice San Pablo; porque Jesucristo nos ha rescatado a mucha costa. ¿Ni
qué cosa puede haber más justa que vivir sólo para amar a Aquel que nos ha dado
la vida? Padeció por nosotros, es verdad, pero dejándonos ejempló, dice San
Pablo, y este ejemplo practicado en su pasión no fue otro que el amor. Amó
Jesucristo a Dios y al hombre; lo redimió. Aprenda, pues, el hombre es este
sacrificio, a amar a Dios y a Jesucristo, que esta es la lección que siempre
nos enseña.
(Aquí se ora y se pide lo que se desea.)
Oración
¡Oh adorable Salvador mío, que para manifestar tu amor te parecía poco
padecer si no sufrías el cruel tormento de esa columna! ¡Oh clemencia soberana!
¡Oh corazón, insaciable! La vista de tu figura Jesús mío, que sólo respira amor,
¿no me provocara amarte? tu rostro desfigurado, tus ojos hechos fuentes de
lágrimas, tus manos atadas, tu cuerpo cubierto de llagas y cardenales y bañado
todo en tu preciosísima sangre, ¿no me harán vivir solo para amarte?
¿Qué nuevo beneficio puede esperar sobre éste para resolverme a entregarme
enteramente a ti? Conozco que esta es la obligación en que me ha puesto tu
amor, protesto vivir no ya yo sino Tú en mí, amado Redentor mío. Concédeme este
favor por las agonías que padeciste caído al pie de esa columna, juntamente con
el que te pido en esta novena. Amén.
(Se rezan tres credos y se concluye con la oración para todos los días y
los Gozos.)
DIA OCTAVO
Traed a la memoria lo que restaba padecer a Jesucristo en el decurso de su
sagrada Pasión. Volved los ojos a ese duro patíbulo de la cruz y de los clavos
que se le aguarda, y observad en él la severidad con que Dios castiga, en su
propio hijo el pecado que voluntariamente carga sobre sí. ¿Quién no temerá?
Jesucristo sólo tenía la apariencia y la sombra de pecador, el hombre lo es en
realidad, Jesucristo era Dios; el hombre era una criatura, Jesucristo era su
hijo; el hombre era su esclavo rebelde. Dios amaba a Jesucristo con el más tierno
amor; más, porque infinitamente aborrecía el pecado, no perdonó a su propio
hijo. ¿Cómo pues, espera sea tratado el hombre, pecador verdadero? Tema, pues,
el hombre, que es lo que Jesucristo con su pasión le enseña, y viva en este
santo temor.
(Aquí se ora y se pide lo que se desea.)
Oración
¡Oh benignísimo Redentor mío que como un manso cordero sufres al ser atado
esa columna por el hombre pecador! ¡Oh inocencia celestial! ¡Oh santidad
maravillosa! La gloria es oscurecida, la justicia condenada, el juez juzgado,
el inocente culpado, Un Dios infamado. Cristo pisado, la vida maltratada. De
estos apropios y castigos es digno el que ha cometido la culpa; pero no el
santo, el inocente, el segregada de los pecadores. ¡Cuánto temo, Jesús mío,
irritar tu enojo! ¡Temo abusar de tu misericordia! Por falta de este amor
muchas veces te ofendí y perdí tu gracia; más penetrado de tu santo amor
resuelvo dedicarme a la observancia de tu ley, ser tuyo sólo serlo para
siempre. Concédeme caído al pie de esa columna, juntamente con el que te pido
en esta novena. Amén.
(Se rezan tres credos y se concluye con la oración para todos los días y
los Gozos.)
DIA NOVENO
Todo cuanto Jesucristo padeció por el hombre fue para que éste le imitara y
siga sus huellas. El Padre Eterno manda oír la voz de éste su Hijo amado, se
complace en que sigan su conducta. El haber predestinado al hombre para
glorificarlo con Jesucristo, fue lo mismo que destinarlo a que adquiriese la
semejanza con Él, si quería reinar con Él. Este mismo Señor nos convida a su
semejanza, diciendo: “Venid y seguidme. El que no camina y sigue mis pasos no
es digno de mí. Yo soy la senda y el camino que es preciso seguir para llegar
al cielo” Finalmente vestirse de Jesucristo, y hacer que Jesucristo reine en
nosotros, debe ser la intención del cristiano.
(Aquí se ora y se pide lo que se desea.)
Oración
Oh tiernísimo Jesús mío, que para enseñarme las santísima virtudes quisiste
ser atado y cruelmente atormentado en esa columna. ¡Oh maestro Sapientísimo!
¡Oh ejemplar perfectísimo! Avergonzado y confuso me hallo, Jesús mío, al verme
tan desemejante a Ti. Yo no hallo en mí sino soberbia, amor principio, vanidad,
deleites y un elevado olvido de los bienes eternos. Todos estos vicios me
apartan de ti y me hacen enteramente desemejante. Este conocimiento me llena de
dolor y de temor, pues dependiendo mi perfección y salvación de esta semejanza,
¿qué esperanza puede tener de salvación sin haberme formado en mi tu imagen?
Más ya eres mi modelo en esa columna, ilustradme con tu gracia para que aprenda
a ser manso y humilde de corazón, para que aprecie el mundo y sus vanidades,
para que desprecie tus dolores y sea glorificado, coronado de tu gloria.
Concédeme este favor por las agonías que padeciste caído al pie de esa columna,
juntamente con el que te pido en esta novena. Amén.
(Se rezan tres credos y se concluye con la oración para todos los días y
los Gozos.)
ORACION PARA TODOS LOS DIAS
Santísimo Jesús mío, que por exceso de un amor incomprensible a todo
entendimiento creado, abrazaste por nuestras salud una Pasión tan cruel y
afrentosa. Yo te adoro, alabo y bendigo atado a esa columna y caído a sus pies
casi agonizando por la lluvia de golpes y azotes, ¡Oh espectáculo digno de la
admiración de los cielos y de la tierra! El hombre Dios es desnudado es atado
ferozmente a una gente insolente, es atado ferozmente a una columna, sus carnes
caen despedazadas, sus huesos son dislocados, sus venas abiertas, y todos sus
miembros son una terrible llaga. ¿Con qué religión comparezco a tu presencia?
¿Cuál es mi ardor, cuál mi ternura, y cuál la sensibilidad de mi corazón al
verte caído de esa columna desmayado y sin fuerzas? ¡Oh amable Jesús mío,
recreo dé los ángeles, dulzura de los justos y premio de los bienaventurados!
¿Cómo puedo quedar con vida viéndote tan despreciado y humillado? ¿Cómo no
expiro penetrado del dolor que debe inspirarme la situación en que te hayas?
Fuera placeres y regalos; fuera mundo y vanidades; fuera soberbia y desórdenes
que no quiero otra cosa que a Jesucristo. Ayuda, Señor, mi flaqueza con tu
gracia, fortalece mi resolución y aumenta mis ardientes deseos, viva en mí
grabada la imagen de tus penas y viva mi corazón al pie de esa columna, para
que lo laves y purifiques con tu sangre, y aprenda a amarte y temerte. Te
ruego, Señor, por la Santa Iglesia, para que se reúna todo el mundo en su seno,
se destruyan las heridas y se acabe la infidelidad. Reduce los pecados a
verdadera penitencia, y a los justos da perseverancia, para que siguiendo tus
ejemplos merezcamos con tu gracia ser participantes de tu gloria. Amén.
MEMORABLE
Oración de San Bernardo a María Santísima
Acordaos Oh piadosísima Virgen María que jamás se oyó decir que fuese de
vos abandonado ninguno de cuantos han acudido a vuestro amparo, implorando
vuestro auxilio, animado con esta confianza, a vos también acudo, oh Virgen de
vírgenes y gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a aparecer ante
vuestra soberana presencia. No desechéis mis súplicas, oh Madre del Verbo
Divino, antes bien, oídlas y acogedlas benignamente. Amén.
GOZOS
Para lograr
la copiosa
gracia de
la Redención:
Dadnos, Jesús contrición,
por vuestra sangre preciosa.
A Jesús
omnipotente,
lleno de
rubor y afrenta,
desnudo nos
lo presenta
una vil corte
insolente;
pero ay
¡Dios! que el delincuente
que con
cólera rabiosa
cometió
acción tan odiosa
fue mi
ingrato corazón.
Dadnos, Jesús contrición,
por vuestra sangre preciosa.
Aquellas
viles criaturas
para más
escarnecerte,
se juntaron
a echar suerte
en tus
sacras vestiduras;
y yo con
entrañas duras
deshecho la
estola hermosa
de la
inocencia dichosa
cediéndola
a mi pasión.
Dadnos, Jesús contrición,
por vuestra sangre preciosa.
El torpe
pueblo judío
con
mandamiento severo
hace que el
Dulce Cordero
abrace de
un mármol frio;
mas no
bastó al pecho mío
esta
obediencia pasmosa
para dejar
la orgullosa
altanera
presunción.
Dadnos, Jesús contrición,
por vuestra sangre preciosa.
Los
látigos, las cadenas,
juncos,
garfios penetrantes
y
disciplinas cortantes
surcan ya
su carne y venas;
ya, Padre
Eterno, que ordenas
inmolación tan
costosa.
haz que
esta púrpura hermosa
sea mi gala
y salvación.
Dadnos, Jesús contrición,
por vuestra sangre preciosa.
Desde el
deplorable estado
en que os
puso la malicia
modifica la
justicia
que amenaza
a mi pecado;
mi castigo
ha provocado
mi vida
pecaminosa,
más mi enmienda
fervorosa
sea fruto
de tu pasión.
Dadnos, Jesús contrición,
por vuestra sangre preciosa.
Tres veces
en agonía
mortal te
viste, Señor
sin que cesase
el rigor
de la dura
tiranía;
yo te ruego
que aquel día
en que la
muerte forzosa
me asalte,
logre, dichosa,
mi alma de
tu compasión.
Dadnos, Jesús contrición,
por vuestra sangre preciosa.
Para lograr
la copiosa
gracia de
la Redención:
Dadnos, Jesús contrición,
por vuestra sangre preciosa.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.